enero 22, 2025
berrinche
Las rabietas son comunes en niños de 1 a 5 años, intensificándose por cansancio o frustración. Es vital que los padres reconozcan sus necesidades.

¡¡¡Qué vergüenza!!! Esta niñita se portó pésimo, me hizo un tremendo escándalo en la calle, ¡¡¡¡gritó y lloró como una desesperada y todo el mundo se daba vuela a mirar!!!! …..

¡Horrible, no salgo nunca más con ella!

Así llegaba Marta a su casa ese día, quejándose con el papá de Francisca, la pequeña hija de ambos, de tres años.

La situación fue, sin duda, incómoda y desgastante. Después de una larga jornada de compras, en el centro de la ciudad donde el calor y la multitud habían puesto a prueba la paciencia de Marta quien se sentía exhausta. Su rostro reflejaba la frustración acumulada de una tarde que se tornó en un verdadero desafío para ambas.

Qué fue lo que sucedió esa tarde ¿A qué madre o padre no le ha sucedido?

Estrategias para Prevenir las Rabietas en la Infancia

Las rabietas en la infancia son una respuesta emocional natural frente a frustraciones o limitaciones que los niños pequeños experimentan. Uno de los mayores desafíos de la educación parvularia actual, es ayudar a los niños a gestionar estas emociones y enseñarles formas adecuadas de manejar su frustración. A continuación, presento algunas estrategias efectivas que, desde la perspectiva educativa y también familiar, podemos implementar para prevenir las rabietas y promover el desarrollo emocional de los niños.

  1. Distraer y redirigir la atención

Una de las maneras más efectivas de evitar una rabieta es distraer al niño y redirigir su atención hacia algo positivo. Los niños pequeños, al estar en pleno proceso de desarrollo de su autocontrol, suelen tener dificultades para manejar la frustración cuando se les niega algo que desean. En estos casos, cambiar el enfoque de atención puede ser crucial.

Por ejemplo, si un niño está jugando cerca de una mesa y desea tomar el celular de un adulto para jugar, una estrategia es retirar el celular de la mesa y ofrecerle un juguete o actividad alternativos que capten su interés. Esto no solo desvía su atención, sino que también le enseña a disfrutar de otras opciones disponibles, sin necesidad de entrar en conflicto.

  1. Ofrecer opciones para fomentar la toma de decisiones

Otra estrategia útil para prevenir rabietas es ofrecer a los niños la oportunidad de tomar decisiones dentro de un marco estructurado. Este tipo de elecciones les otorga un sentido de control sobre su entorno, reduciendo su sensación de frustración.

Por ejemplo, en lugar de imponer una tarea de forma rígida, podemos ofrecer alternativas que les permitan elegir, como: “¿Prefieres bañarte antes o después de comer?”. De esta manera, el niño experimenta la autonomía y la posibilidad de decidir, lo cual refuerza su autoestima y reduce la probabilidad de que se sienta desbordado por la situación.

  1. Evitar situaciones que puedan generar frustración

La prevención es clave cuando se trata de manejar las rabietas. Si sabemos que un entorno o actividad particular genera mucha frustración en un niño, lo más sensato es evitarlo hasta que el niño sea capaz de manejar la situación de manera más calmada. La planificación anticipada puede ser nuestra mejor aliada.

Por ejemplo, si un niño se siente constantemente frustrado al ir de compras, porque no puede tocar nada u obtener todo lo que desea, sería recomendable evitar llevarlo a estos lugares hasta que sea capaz de lidiar con las limitaciones de manera más tranquila. Buscar alternativas, como hacer las compras en momentos más tranquilos o con un acompañante, también puede ser útil para evitar situaciones de estrés innecesarias.

Conclusiones

La gestión de las rabietas no se trata solo de intervenir en el momento en que se produce una crisis emocional, sino de prevenirlas con anticipación mediante la implementación de estrategias que fomenten el autocontrol, la autonomía y la comprensión emocional en los niños. La educación parvularia actual ofrece las herramientas necesarias para que los niños puedan identificar y manejar sus emociones de manera adecuada, creando un ambiente seguro y positivo para su desarrollo integral.

Es esencial que estas recomendaciones sean aplicadas en casa por las familias, ya que la coherencia entre el entorno escolar y familiar fortalece el aprendizaje de habilidades emocionales. Esto implica que los padres y cuidadores adopten estrategias como establecer rutinas claras, validar las emociones del niño y reforzar los comportamientos positivos. De este modo, los niños encuentran consistencia en la manera en que se abordan sus emociones y comportamientos, promoviendo su estabilidad emocional y confianza.

Bibliografía

García, M. (2018). La gestión emocional en la infancia: Estrategias para la prevención de conductas disruptivas. Editorial Infantil.

González, L. (2020). Desarrollo emocional en la primera infancia: Una guía para educadores de párvulos. Editorial Educativa.

Pérez, S. (2019). Intervención educativa en la conducta infantil: Prevención de rabietas y manejo de emociones. Fundación para la Infancia.

Zapata, C. (2021). La inteligencia emocional en los niños: Herramientas prácticas para educadores*. Editorial Didáctica.

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